La ciudad donde vivo es la ciudad mejor ordenada: las calles son rectas, las casas del mismo tamaño y, en el lado sur, hay un gran árbol a la orilla del mar.
Mi ciudad esta dividida en muchas zonas, cada zona es diferente a otra y juntas forman una entidad gigante. Cada zona estaba dirigida por un sujeto importante. Cada zona debía participar codo con codo en las actividades y campeonatos de la ciudad, evitando rencillas. Pero cada año habían competencias para determinar la zona que destacaría entre las demás, la que representaría la justicia y el orden. Este año participan las únicas zonas que tienen hostilidad hacia la otra, sin embargo, son las dos mejores zonas. Una, podría decirse, es pacifista, sabia y no provocaría guerra alguna, aunque hay riesgos y pequeñas historias de que hundiría poco a poco a la otra. La otra es activa, creativa y futurista, emprendedora y social, lo cual generaría conflicto abierto hacia la primera. Mi zona es la pacifista. Nuestro líder es maestro de escuela, el más amable de todos. La otra zona esta guiada por un hombre rojo, que son hombres dedicados al trabajo con hierro.
La primera competencia es simple: Una caminata por toda la ciudad. Ambas zonas deberán recorrer toda la ciudad a un mismo ritmo, corriendo o caminando, la zona que dé una mejor presentación o ánimo será la ganadora.
Nuestro líder, Borja, tiene un secreto: es amigo de los monos. Por toda la ciudad hay árboles donde, a escondidas, viven los monos. Ellos vigilan nuestros pasos y cooperan si hay un problema, pero siempre en secreto. Aparte, Borja sufrió de una mutación al nacer y tiene alas coloridas, lo que podría generar algo de impresión al "volar" entre los árboles.
Durante todas las actividades hay que acampar en el bosque contiguo a la ciudad. Es una especie de montaña llena de arboles, cada zona acampa a diez metros de la otra. No hay mucho que hacer excepto hablar y discutir planes por dos horas y dormir. Dormimos en las mañanas y tardes y entrenamos en la noche, mientras que el otro equipo entrena en las mañanas y tardes y duerme de noche. La comida aquí es algo seca, a veces no es más que un pequeño trozo de carne deshidratada con una montaña de hierbas y, quizá, alguna flor comestible.
Es el día de la caminata. Grodo, el otro líder, convenció a dos zonas más a unírsele, y estoy seguro que otras mas se juntarán para hacer fiesta. Creerán que no podremos competir con ellos, pero están equivocados. Borja nos entrenó, junto con los monos, para dar brincos y piruetas. Algunos harán acrobacias, mientras que otros irán saltando de árbol en árbol. Nos congregamos todos en el árbol sur, donde tradicionalmente empiezan las caminatas. Grodo, con su traje pintoresco y piel roja, parece un auténtico demonio de fiesta y vicio, y Borja, con traje blanco y complexión delgada, es simplemente una persona común y corriente. Llegamos todos al muro que separa la ciudad del árbol por lados diferentes. Cruzo, como quedó acordado, junto con otro grupo y subimos al árbol. Llego a una rama con panorama a la ciudad, debajo y frente mío hay gente de Grodo. En la punta de la rama hay un montón de hojas, lo que genera algo difícil ver cualquier cosa que haya allí, si no sabes que buscar. Pero ahí esta. Un mono, mirándome con ojos brillantes. Nos saludamos agitando la mano, pero una mujer me ha visto. Una chica de Grodo, llamada Fernanda, me ha visto saludarle al arbusto y ha fruncido el ceño. Espero que no sea mala señal, si nos descubren pueden dar acusaciones falsas de maltrato animal y descalificarnos. No importa, ya me ha visto, pero ahora todos ven hacia Grodo y Borja, en la calle principal, uno a la derecha y el otro a la izquierda. Está a punto de comenzar. ¿Estoy listo? ¿Están ellos listos? Estamos nosotros listos? Solo espero no caer del árbol. Me siento mareado y lívido. Y entonces oigo el disparo que marca la salida. Y me levanto, corro al arbusto y salto, tan lejos como puedo, al muro, espero a que el resto caiga y juntos, todos, saltamos a distintos árboles, corremos de rama en rama, nos colgamos de alféizares y balcones y saltamos. Al fondo, Grodo estalla en llamas azules, otros llevan llamas blancas y otros llamas verdes, definitivamente nos ganarán esta vez pues, por mas frenética, increíble y animada que sea nuestra carrera no tenemos buenos recursos visuales. No podemos luchar contra lo que son, claramente, magos oscuros que juegan con llamas para obtener el poder.
La carrera duró todo el día y parte de la tarde también, acabamos del otro lado de la ciudad y, rápidamente, nos dirigimos hacia las alcantarillas. La fase dos de nuestro plan esta por comenzar y Grodo y su pandilla de renegados están muy ocupados celebrando su supuesta victoria. Debajo todos corremos detrás de Borja, aquel apacible humano alado. Todos tenemos velas que escondimos en pequeños nichos cerca de la entrada. Nuestra meta es escalar por fuera hacia el gran árbol o salir por las cercanías con velas encendidas, de noche, y realizar la caminata una vez mas, no unidos, separándonos por toda la ciudad para llegar justo a la fase tres del concurso y aún seguimos corriendo por debajo de la ciudad. Podremos ser pacíficos, si, pero nunca somos calmados. Podemos correr y gritar frenéticamente pero nunca causar o involucrarnos en una pelea, y esta noche revelaremos la paz interior que eso nos deja.
Hemos llegado a nuestro final y yo estoy en la encrucijada encendiendo velas junto con Debris, mi mejor amigo. Él y yo realizaremos la caminata juntos guiando al este de la marcha. A la mitad del recorrido nos separaremos y el ira al oeste, con el resto del grupo, y yo seguiré al norte para resguardarnos de malas intenciones y mantener cierto orden en la marcha, como si tomáramos la forma de la ciudad.
Debris y yo subimos por la alcantarilla más cercana y observamos la hermosura del contraste entre un blanco cegador, morado, azul oscuro y negro, y el amarillo tímido de las velas. Nos quedamos embelesados por la imagen hasta que vemos a Borja y su equipo subir por las escaleras que llevan al muelle detrás del Gran Árbol. Entonces comienza la marcha, pausada, lenta y elegante, organizada, rítmica y fragante, hipnotizante, perfecta. La noche nos envuelve como un manto de tranquilidad y nosotros somos la luz que alumbra el mundo, el segundo sol, la cúpula dorada. Somos oro entre óxido. Nada podría ser mejor que esto, nos movemos en total silencio y es como si la noche nos transportara, no nos movemos, solo avanzamos. Nadie piensa en caminar, solo lo hace. Poner un pie delante del otro es un movimiento totalmente inconsciente y nada podría detenernos, ni siquiera un muro alto como acantilado. Esta noche es nuestra, y nosotros somos de la noche.
Hermoso cuento, ¿tu lo realizaste?
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