lunes, 30 de mayo de 2016

Rosas en ramo, dalias y claveles en mano

¿Qué no conoces a los poetas?
Ellos divagan por las palabras y sus metas
Y yo, humilde aprendiz, no soy ballesta
En sus batallas de versos ni en su frenesí de letras

Chistoso te pareceré, y tal vez curioso
Encima me arriesgo a un malentendido maldoso
Mas sepa, dama, que mi intención no es ser hosco
Y un poeta jamás será tosco

Poeta no soy, mas seré
Aún así la incógnita nació
Del por qué chistoso le resultó
A usted cuando yo verdad le hablé

Es eso lo que por mi mente cruzó cuando le expliqué a una dama lo que un caballero debería darle. No que le dieran una rosa, mencioné yo, pues que ella debería recibir un ramo de aquestas. Sin embargo, a pesar de los mensajes que nuestras hermosas flores guardan, celosas, como secretos, se empeñó la sociedad en que las rosas rojas son lo más viable, pero no eda lo que yo buscaba, yo le envié un ramo de rosas naranjas, puesto que estas remarcan la importancia que uno tiene de la amistad con la otra persona.

Me rechazó una propuesta no formulada, me alejo cual ola en el agua se aleja del mar, me apartó, siendo yo hoja, y ella siendo vendaval.

¡Ay de aquellos ilusionistas
Que vagan por la vida incomprendidos
Que no hayan amores ni amigos
Que a su lado no quieren permanecer!
Mientras que otros no esforzados deportistas
Vagan desentendidos y hallan su parecer

¡Oh, no entiendo yo su vaivén
Al cardumen no consigo creer!
Y como viento que llegó y ya se fue
Así son los peces que conmigo se quedan
Que parece no tienen poder
Ni voluntad para esta pieza

Y el tiempo que ella se tomó para irse no fue más que un santiamén, mientras que yo me quede en sus 500 pasos cavilando sobre las palabras, su poder. Sube y baja, llega y aparte, mas no permite más peso del que ya aguanta. Y sin embargo, mi opinión sigue en pie, aquella que le dije y por la que se fue: a una dama, rosas en ramo, dalias y claveles en mano.

viernes, 27 de mayo de 2016

El cielo se despeja

Después de varios meses, la nubes seguían allí. Al principio había sido un alivio ver que el sol se opacaba, mas al paso de los días se volvía evidente que de alguna manera ya no existía el equilibrio, el sol hacía falta y todo estaba de malas por la falta de luz natural. Todos estaban siempre alertas ante una lluvia o tormenta que se presumía evidente, sin embargo, aquella lluvia no llegaba. Así fue la vida por cinco meses, todo gris y lleno de viento frío que calaba los huesos y metía polvo a las casas.

Después de cinco meses, una fuerte lluvia se soltó y bañó la ciudad; recibiéndola desprevenidos, aquella inesperada cascada de agua fresca sobre todo mundo nos hizo brillar con nuevas esperanzas; los niños correteaban ante la deliciosa fiesta que el cielo había armado; los vecinos tomaban sus sombrillas y salían a pasear y a comentar al mercado o al parque una vez que el flujo de agua se detuvo un poco. La lluvia arreciaba sobre los techos de las casas, ocasionalmente un gracioso trueno retumbaba y hacía temblar los frágiles ventanales de grandes casas; todo mundo se introdujo a sus hogares a pasar un agradable tiempo en familia una vez que la emoción los agotó.

El agua caía y caía, a veces imparable, a veces con pequeñas gotas que se sentían como millares de piquetes sobre la piel. El ambiente se tornó frío y húmedo y pronto la gente comenzó a desesperarse de verse encerradas, algunas personas incluso se vieron en el infortunio de enfermarse. Las plantas, las cuales en un principio comenzaron a reverdecer, se veían ahora tristemente ahogadas sin nadie que las consolara. Así fue la vida por cinco días, todo oscuro y ocasionalmente demasiado brillante, lleno de gotas de agua que llenaban la mente de un helado mar de lágrimas de confinamiento forzoso.

La lluvia se detuvo y sentí como el dolor cesó. Abrí los ojos y vi a mi familia alrededor mío, percibí el olor a antisépticos y traté de hablar, preguntar qué sucedía, por qué lucían tristes. Recordé la lluvia y mire por la ventana: El cielo estaba claro, azul, sin nubes. Traté de calcular la hora, mas mi mente estaba espesa, mi lengua pastosa y mi cuerpo entumido.

Sonreí al recordar que, siempre, el cielo se despeja. Encontrando entonces un cielo hermoso, con la ciudad iluminada por una hermosa luz de sol, sentí cómo el viento finalmente desaparecía, llevándose mi alma consigo...

domingo, 22 de mayo de 2016

La noche de los amores

En una noche oscura
Con ansias, de amores inflamada
Oh dichosa ventura
Salí sin ser notada
Estando ya mi casa sosegada

A oscuras y segura
Por la secreta escala, disfrazada
Oh dichosa ventura
A oscuras y encelada
Estando ya mi casa sosegada

En la noche dichosa
En secreto, que nadie me veía
Ni yo veía cosa
Sin otra luz y guía
Sino la que en mi corazón ardía

Aquesta me guiaba
Más cierto que la luz de mediodía
Adonde me esperaba
Quien yo bien me sabía
En parte donde nadie parecía

sábado, 21 de mayo de 2016

El arte de crecer

Bajo tierra, sus brazos se extendieron
De origen humilde, su red tejió
La primera fase, todo tan oscuro
Para las raíces en el suelo puro

Ellas vienen de algo mayor
Su meta es igualar a su creador
Las plantas, tan hermosas como son
No hay quien iguale su color

Poco a poco su tallo va emergiendo
Lento y constante, se extiende hacia el cielo
Tanteando el suelo, tanteando del aire el velo
Tímidamente sus hojas suelta al ruedo

Y es así como al pasar de los días
Cada vez engrosa y crece
Una planta, insignificante a veces
En medio del bosque, sola y hacia arriba

Con un par de años podemos notar
La planta, que ya se hace destacar
Pues de poder pisarla ahora nos hace tropezar
Pues creció demás, y seguirá en el andar

Árbol inigualable se volverá
Hermoso y vivo, inmenso será
Aquella diminuta semilla con un gran deseo
De volverse un titán como el abeto

¿Tendrá mejor qué hacer este sujeto?
El árbol te intrigará
Pues sí, ya que ahora será su reto
Semillas y más árboles por crear

Y es así como el arte de crecer es
El ciclo poder completar
No quedar estancado, ni destacar
Sino crecer, y lo demás solo se dará

lunes, 16 de mayo de 2016

Contemplando el Castillo

Subiendo la colina, entre grises e inmóviles pierdas, tuve clara visión del valle donde se erige el Castillo de Sal. Se levanta, orgulloso, en su cuenca, en un valle oculto donde, con sus torres imperfectas, alcanza el sol. Señala al cielo y se despereza, estirándose cada vez más hasta lo inalcanzable, dando siempre una vista hermosa de sus alteraciones y sus compuertas.

El Castillo de Sal crece como un ser vivo y cada vez alcanza más altura, creciendo paciente como una estalagmita, lento pero constante. Se cree tan astuto y audaz el muy pillo, Ya que ni con la tecnología de los hombres, estos lo han encontrado, ni las mágicas sirenas lo han podido alcanzar o corromper.

Único como él mismo, el Castillo de Sal se libera en el agua que lo rodea, diluyendo parcialmente su exterior en el mar donde reside. El agua se torna entonces tan salada que es inhabitable, por lo que se le conoce como el Mar Muerto, siendo incidentalmente una defensa del Castillo de Sal frente a amenazas externas.

El Castillo de Sal, independiente como él mismo, se defiende de los opresores e invasores que detendrían su crecimiento comportándose como se le enseñó cuando era apenas un grano de Sal; siendo su meta no alcanzar las nubes, sino asomarse tímidamente a la superficie y conocer el mundo terrestre, dejando atrás el marítimo, para poder ser sabio y por fin disolverse en el aire.

Subiendo la colina, entre tristes piedras sin vida, pude observar el Castillo de Sal. Como agua cristalina, la visión se abría y presentaba ante mí, señalando el Castillo donde, en réplicas, surgieron todas las historias.

Caminando en la oscuridad

Lo único que veo por la ventana al despertar es un edificio moderno, uno de aquellos elegantes edificios con muros de cristal sostenidos por una estructura invisible de metal.

Me encuentro en un edificio derruido donde todo está destruido, con cosas esparcidas por todo el lugar y acomodadas (o amontonadas) de modo que haya espacio para caminar, dejando a cualquier transeúnte pálido y fantasmagórico vagar por los pasillos sin vida de un hotel quebrado.

Volteo y no hay nadie, solo veo una ventana y nada más, ni siquiera una salida, así que procedo a mover mis oxidados engranes para levantar a mi dolido cuerpo del suelo. Me asomo por la ventana y veo aquel edificio, pero ahora puedo también ver una calle a los pies del edificio, unos cinco pisos abajo, llena de coches inmóviles que se ven orgullosamente inmutables frente al paso del tiempo. Doy una vuelta por la habitación, buscando de nuevo una salida; desorientado y aturdido decido buscar algo similar a una escalera de incendios por la pequeña ventana, mas una sorpresa me esperaba ahora: El edificio cruzando la calle era ahora un bloque gris, desconcertándome también el hecho de que esté vacío alrededor.

Procedí a caminar alrededor, encontrando con un espacio que daba a un pasillo, perdido en el gris y la oscuridad, puesto que la única luz era la de la pequeña e insuficiente ventana. Este pasillo se sumía en una oscuridad que arrojaba siluetas inciertas, obligándome a guiarme por los espacios donde no hay objetos, suponiendo que me llevará a unas escaleras que suban o bajen y me saquen de este lugar. Llegando al final del pasillo, descubro una puerta, algo inusual en el pasillo lleno de huecos que dan a habitaciones sin luz ni ventanas, por lo que sé que cruzando la puerta me encontraré con las escaleras de la construcción en ruinas donde me encuentro. Saliendo en un vestíbulo de la planta baja y cruzándolo a una velocidad prudente que no muestra temor pero que no deja que una situación desagradable (en caso de que la haya) suceda realmente.

Saliendo a la calle, cruzo por los espacios vacíos que dejan los vehículos detrás de uno u otro, por lo que llego a aquel intrigante edificio recortándose sin gracia en el cielo diurno. Volteo a ambos lados y me parece ver sombras que se avecinan sobre mí, por lo que corro hacia la seguridad que parece proporcionarme aquel bloque gris. Subo todos los pisos, no sin un gran esfuerzo, y al llegar arriba por una discreta compuerta me asombra ver que el mundo donde estoy es un mundo resbaladizo, mi mente no logra ubicarse y pierde la percepción de todo; todo me marea. A pesar de lo confuso de la situación, logro mantenerme en pie, y me pongo a analizar por qué me siento así y por qué todo está vacío y sin sonido, haciéndome caer en la cuenta de que no logro escucharme a mí mismo. Grito, pero mis oídos solo logran rescatar un soplido. Me pellizco y golpeo las piernas, estampo prudentemente mi cráneo contra el liso cemento pero solo obtengo ligeras cosquillas; estoy como en un pensamiento espeso, una cortina de niebla se cierne sobre mi mente y nubla mis sentidos.

Sabiendo que no existe una posibilidad de aferrarme a la realidad, decido hacer de esta mi realidad antes de volverme loco, como pronto ocurrirá si no hago nada. Estaba caminando en la oscuridad del pasillo antes de saber que era la misma oscuridad de mi mente, pero había luz. Sí, en el pasillo, había luz, estaba iluminado, pero, ¿por qué no podía unir la luz con el entorno? Era como si existiera en otro lado, no en el pasillo. Y nada estaba destruido, solo desordenado... ¿Lo estaba? ¿Realmente era así? ¿Las sombras serían personas que querían ayudarlo a volver? Todo era tan confuso, el peso de todo esto lo sofocaba, se estaba ahogando y su cerbero se quedaría sin oxígeno, perdiendo toda esperanza de enfocar la realidad... Pero pronto recordó que él había escogido esto. No, no él, yo. Yo escogí esto. ¿O habría sido alguien más?

Sentirse así no le dio respuesta alguna, mas lo hizo quedarse aún más revuelto, generando un raro sentimiento incontrolable dentro de él. Risa. Me reí como nunca me había reído, y me dio miedo, pero él era así, no le importaba, era lo que quería hacer: Reír como un loco. Todo era tan aburrido, por lo que una risa sobre nada era una risa válida y... Todo se mueve. Caras vuelven, de pronto ha vuelto, mareos y percepciones, filtros emocionales y morales, todo aparece de la nada de nuevo como un recuerdo lejano. Volteó y habían edificios alrededor, estaba sobre un edificio moderno de paredes de cristal, un cristal que refleja la rutina de todos, pero no la de él. No, este no era mi mundo, pero es el mundo donde estoy. Miro alrededor y hay gente vestida de blanco alrededor, ¿eran meseros, enfermeros o doctores? Traían actitud policiaca. Al parecer venían del hotel de enfrente, donde había estado.

Ladeando la cabeza, analizó el hotel y observó que no parecía en nada un hotel, era un edificio que destacaba, una cárcel no proclamada para no criminales, pero no podía descifrar qué era. No es como si le importara, pero todo esto le hizo pensar de nuevo en cómo se sentía solo unos segundos atrás, y esto fue cómico, muy cómico para mí. No pude dejar este sentimiento debajo, así que, sin más, lo dejé salir. Fue la risa más gratificante, satisfactoria, llena y escalofriante que he oído.

Un parpadeo y me sumí en la oscuridad.

sábado, 7 de mayo de 2016

Bajo las aguas

Retozando sobre las aguas, creí ser el mejor: Retozando y flotando cual flor caída en un fresco charco de agua, creí poder estar solo. Ilusiones vanas creadas por uno mismo, confío y no miento, me creo lazos que luego no puedo romper.

Flotando más allá de la orilla en mi inflable de emociones, cama etérea y segura, los sonidos nos inflaban, pero una vez que los sonidos se gastaron me dí cuenta de que estaba flotando en una falacia, sin poder ser yo mismo y sobrevivir al mismo tiempo; me comencé a hundir.

De pie sobre inmensas raíces, las aguas rompían sobre y bajo mi burbuja. Incluso siendo un recuerdo era terrorífico y me paraliza, me hace temer ahora que estoy de pie hundiéndome , apoyado en mi balsa, la cual se abría paso hacia el lecho del mar como un astro se dirige a la luna. De pie, respirando los últimos jirones de libertad, trato de sobrevivir: empujo, jalo, nada sirve, nada detiene mi inminente fin...

Hundido, bajo las aguas, recuerdos pasan por mi mente, recuerdos de personas a las que incondicionalmente amo, aquellas con las que, por culpa de la sociedad y otros factores, no he podido estar, siéndome negada la felicidad social y siendo restringido y confinado a mí mismo.

Bajo las aguas, mis pulmones colapsaban, sin embargo no tengo miedo, no temo, tengo paz. No sé si lograré renacer, solo le pido al que me escuche que cuide de aquestas gentes, cualquier entidad, que los cuide de ahogarse como yo me ahogué amí mismo.

Flotando bajo las aguas, inmóvil y sin vida, una tonada suena por fin a lo lejos, llenando mi muerte de dulce melodía, marcando el fin con una rítmica y dulce cadencia, manteniéndome lejanamente consciente, sin alterar lo vacío que estoy por dentro.

Acostado en el lecho del mar, al fondo de las aguas, no veo un fin. Debería haberme ido, pero ciertamente mi alma existe en un mezzanine de vida y muerte donde pertenecí una vez, lo que provoca ser jalado hasta una puerta blanca y perfecta, la cual da a una habitación llena de desconocidos donde ciertamente encontraré mi rehabilitación y salvación, donde podré construir de nuevo mi balsa, volveré a nacer. Será entonces cuando retome mi lucha por llegar al final de manera realizada, completa y digna como siempre pude, pero sin necesidad de mandas una lista de buenos deseos, sino una de agradecimiento.

Sentado en la silla inexistente de una sala blanca, observo detenidamente los ojos de la persona sentada frente a mí...

martes, 3 de mayo de 2016

Tiki

Tiki despertó a las 6 en punto de la mañana, siendo lunes, primer día de la semana laboral. Abrió sus ojos y vio la luz del sol colándose delicadamente en su habitación, de manera tímida y amorosa. Despertó y escuchó su canción favorita en el despertador, olió la madera de los muebles de su habitación y alcanzó a oir los coches en la avenida, esforzándose por ganar el primer lugar en la fila del semáforo. Sonrió, era un nuevo día, una nueva semana, y todo estaba bien.

Se vistió, todo ropa deportiva, y salió a correr, encontrándose con la señora de la casa 10, el joven de la 5, la pareja de otra colonia... Solamente cruzó miradas con  ellos, pues Tiki no era una persona social, era más bien un marginado de la sociedad. Él se consideraba una persona neutral, ya que no participaba en ningún asunto directamente y cuando lo hacía era de manera parcial.

Lucía llegó alrededor de las 8:30 a.m., pues había quedado con Tiki de ir juntos al trabajo, ahorrando gasolina, aunque más que nada (y de esto se había dado cuenta Tiki) era porque el auto de Lucía estaba averiado y Mario no tenía coche. Sacó la excusa de la gasolina pero, al disgustarle un poco a Tiki la compañía empalagosa de Lucía, se encargó de invitar a Mario y a Paty, para balancear las cosas.

La hora acordada era a las 9, aunque no había tanto problema, ya que Mario y Paty estaban cerca y encima no había tanto tráfico, no como a las 7, 8, hora en la que la mayoría entraban a trabajar o a estudiar. Tiki no hacía mucho en su oficina, casi todo lo que tenían era trabajo en casa. Aun así, tenían horas por cubrir y reportes que entregar, ya que lo demás se hacía por medio de correo electrónico, así que procuraban llegar temprano y abarcar los turnos de las 9 hasta alrededor de las 3, para después salir a comer y, entonces, dependía del día, si regresaban o se dedicaban a otras actividades.

Tiki, Lucía, Mario y Paty se llevaban bien, habían superado la etapa de relaciones de trabajo y comenzaron a formar algo parecido a amistad, incluso bromearon con forma una banda. Tiki en la guitarra con un poco de melodía, Mario en la batería, abarcando toda la percusión, Paty con un piano que se encargaba de una dulce armonía y como segunda voz, y por último Lucía iba a ser vocalista. Crearon un par de canciones situacionales, como <<Mario se durmió a mitad del reporte>> o <<Paty volvió a derramar su refresco>>.

En la oficina, habían horarios establecidos. Llegando, por la mañana, todos serios, se ponían a terminar lo que no habían acabado el día anterior o adelantaban otras tareas. Era un ritmo rápido y exigente al que ellos acordaron trabajar, pero para eso estaban los <<suspiros>>, que eran los momentos del desestrés. Habían guerras de pelotas de desestrés y de bolas de papel, bromas y venganzas de bromas, anécdotas interesantes, anécdotas chistosas y anécdotas perturbantes, etcétera. Después de 15 minutos de suspiro, comenzaba una etapa de trabajo ligero donde se colaba algún solitario, alguna manzana o algún comentario entre dos compañeros.

Después de la comida, se separaban, Mario usualmente nunca volvía a trabajar hasta el próximo día, sino salía con amigos de universidad, Lucía solía ir por sus sobrinos y cuidarlos hasta que su hermana saliera de trabajar y Paty siempre tenía clases de algo. Era Tiki el único que, a su parecer, no tenía suficiente vida. Volvía a la oficina un par de horas, con lo que siempre cubría horas extras, y después caminaba por la ciudad en medio del ocaso.

Un día, Tiki se cruzó con una situación peculiar que lo dejó entumido: en medio del parque, le robaron el bolso a una señora de mayor edad, y el ladrón corrió en su dirección, directo a Tiki. Nadie había levantado una alarma inmediata, por lo que muchos no se dieron cuenta, pero Tiki sí lo vio, porque él observaba todo, al no tener nada mejor que hacer. Sin embargo, al cruzarse el ladrón con él, Tiki simplemente hizo nada. Le pareció, incluso, saludar con un movimiento de cabeza al ladrón, como hacía con todos los que se cruzaba mirada. Su conciencia no fue, a pesar de ello, lastimada, ya que un policía persiguió al ladrón hasta atraparlo, con lo que la señora recuperó su bolso.

Tiki sabía que él prefería ser imparcial, pero el bolso y el ladrón le hicieron sentir un poco mal, desconsiderado, desinteresado. El hecho de que Lucía y Mario confesaron tener una relación que parecía ser demasiado seria, agravó la situación, sin saber él por qué. Lo lógico habría sido salir más con Paty, mas no lo hizo, se encerró en él mismo, recordando a cada novia que había tenido hace ya mucho tiempo.

Así que este día, cuando los cuatro irían juntos, en el mismo coche, al trabajo, lo ponía nervioso. Recogieron a Mario y a Paty, y, antes de que se dieran cuenta, ya estaban riendo como antes y dirigiéndose a cualquier lugar que no era la oficina.

Metieron el coche a un estacionamiento y salieron a caminar en una zona a la que no habían ido antes, descubriendo un puente y un río en medio de la colonia, donde se sentaron a desayunar lo que habían conseguido por ahí. Tiki pronto se puso a pensar qué hacían aquí y si deberían volver a la oficina, pero llegó a la conclusión que necesitaba esto, que simplemente debía dejarse salir, aunque fuera un solo día.

Pasaron varios días haciendo esto, llegando al mismo puente un día a la semana, hasta que decidieron usar ese día para hacer obras de caridad o de servicio social. Fue entonces cuando ocurrió: Tiki se dio cuenta de que era una buena persona. El bolso de la señora no lo había intentado recuperar porque, simplemente, cometió un error, como todo ser humano, pero en el fondo se había preocupado por hacer sentir bien a las personas con las que convivía, se había encargado de que estuvieran cómodas con su vida, por lo que podría decirse que, sí, era una buena persona, intentando ser mejor cada día, como todos los demás.