martes, 7 de junio de 2016

Botas y café, plumas y papel (Parte 1)

Aquellas botas de color café atraían mi mirada. Pertenecían a una mujer cuya edad, calculaba yo rondaba los 20 años. Pero no me fijé tanto en ella, por lo cual no podría dar una descripción de sus facciones; puedo decir que es algo agraciada, mas no estoy seguro si era muy bonita o solo una cara agradable entre el gentío, sólo sé de sus botas: aquellas botas café claro con delicados relieves en sus costuras, un delicado tacón que le daba aires de elegancia modesta y un diseño ligero pero presente. Quiero aclarar que no he tenido nunca una atracción por las botas, mas estas en específico atraían mi mirada, exigían mi atención. Combinado con el olor a café en la estancia y el persistente peso de la pluma en mi mano hacían que, cuando volteara a mi hoja en blanco, esta brillara más radiante que nunca; mis ojos veían inciertas formas bailando sobre el papel, lineas que se dibujaban y desdibujaban, haciéndome tantear un boceto sobre las botas, de un café tan claro como mi capuccino; comparables al café, verlas era tan placentero como oler el café de mi mesa. Era el elemento que estaba buscando mi imaginación.

Plasmando la imagen de las botas en mi cerebro, comencé a trazar sobre aquellas traviesas lineas; no he sido nunca un gran dibujante y las lineas se movían demasiado, por lo que pronto realicé mal un trazo y decidí hacer algo diferente. Mi atención había volado en un santiamén de las botas a mi hoja, para luego deslizarse a la pregunta de qué podrían ser esas botas y malos trazos en mi papel. No pensé, solo posé la pluma sobre las lineas, dejando que mi subconsciente hiciera el resto.

Sus ojos ahora me miraban. La hoja me estaba observando, con aquella cicatriz presente en su mejilla izquierda. La bota se había transformado en una hermosa mujer con una cicatriz; esta dama curvaba y arrugaba un poco su melancólica mas hermosa cara en un gesto de preocupación, observando el sol perderse en las montañas. Creo que había perdido algo importante y lo estaba buscando. Creo que había perdido el tren y, con ello, quizá perdió un evento importante; a juzgar por su atuendo y su rostro manchado de tierra, creo que estaba en un lugar rural, lejos del hogar donde residía, y se iba a marchar a descansar, mas el transporte se fue sin ella y no volvería hasta el día siguiente. Ella, desesperada, veía impotente al sol esconderse, anunciando una noche de abandono y soledad para ella. Sin embargo, ella, a pesar de estar preocupada, estaba emocionada por una noche entre la naturaleza.

Volví a la realidad, mi café se había enfriado.