Y de repente, nada queda.
Caminando por el campo, comencé a preguntarme si algo acaso valía la pena. Hay muchas cosas, sí, por las que esforzarse, pero ¿realmente hemos progresado? ¿Es mejor esforzarse ahora por las profesiones o habría sido mejor años antes el adorar a los múltiples dioses? No logro descifrar si este siglo es mejor que el anterior.
Tambien me pregunto si sacrificarse a uno mismo vale la pena. Al fin, será perecedero todo lo material por lo que luchamos; el progreso genera regreso a malas costumbres o deficiencia en algo. Es decir, si subimos, hay que aplastar un escalón y lo que haya en él, pisotear alguien para pasar sobre él y alcanzar lo mejor.
¿Sacrificarse a uno mismo o velar por el futuro que se de? Una vez un hombre dijo "esperanza de hoy, verdad del mañana". Pero eso no es del todo cierto, y desmiente el "ayúdate que yo te ayudaré" y al "camarón que se duerme se lo lleva la corriente", por lo que tenemos un conflicto de intereses e ideas. Hay que pensar que esto significa: uno puede creer en el destino, pero otro dice que el destino lo crea uno mismo. Y si no haces nada, te estancas. Y si sigues la corriente, sólo avanzas. Y si luchas, puedes llegar río arriba, mas, el agua de arriba es pura, pero llega abajo más nutrida y con más anécdotas.
Hay veces en las que prefiero detenerme y disfrutar, observar los paseos de la gente. Hay veces en las que el bullicio es exagerado y yo no deseo participar en él. Pero muchas veces corro con el viento, él llega a lo inaccesible y no se queda en un solo lugar. Mencionaron por ahí que el viento es libre, pero yo opino que está maldito, porque la tierra está presente observando y participando en todo, el fuego es hermoso y fugaz, el agua está en movimiento pero frecuenta los mismos lugares. El viento no. Él (viento) pasea por todos los centímetros del planeta pero es incapaz de detenerse en un lugar, de asentarse, por muy lento que pase. Sólamente se detiene cuando va a emprender un maratón, un frenesí de ventiscas y tifones.
Y las estrellas brillan en lo alto, mas inalcanzables: la hermosura en su apogeo, tan incapaz de ser amada en primer lugar, siempre desde lejos. Pero ni el viento ni las estrellas son perpetuos, ni los humanos nos estamos quietos, queremos ser activos como el viento y esplendorosos, opulentos como las estrellas, mas terminamos siendo grotescos como el Sol - útil, imprescindible, mas hiriente - y frecuentamos la zona de confort como el agua.
Desvanecer, como virutas de polvo, como humo, como promesas.
Así es todo lo que hacemos o decimos, y cada vez es más artificial y menos duradero. ¿Qué nos pasó? ¿A dónde se fue esa determinación por el progreso? Apuesto a que terminó bajo los granos de arena que tienen grabado "agarra lo que puedas" y "sé superior, te conviene para sobrevivir". Ya no hay autenticidad en lo que importa y son pequeños los jirones de la vida los que realmente valen la pena. Un amigo, una relación, un gusto, un proyecto personal. Todo se repite a sí mismo, y tenemos miedo del inmenso vórtice por el que caemos en espiral pero no pueden escapar más que unos pocos, de los cuales se reduce aún más el número por la frecuencia en que estos son afectados por la realidad de lo oculto.
Y debajo no hay nada, no detrás, ni dentro. X, Y, Z. 1, 2, 3. Pintura, Música, Literatura. Saltos y caídas, no valen nada porque es una ilusión donde giramos, pero no quita el hecho de que sigue siendo gratificante el llegar más alto cada vez por dura la caída (la cual es hipotética, ya que se cae en nada).
No quiero sonar pesimista (sé que es muy tarde por ello). Sólo pretendo recalcar lo valiente que es seguir intentando, y que vale más cuando sabes (o crees saber) que al final no obtendrás lo que esperas.
Esperanza de hoy, verdad del mañana. Esperemos entonces que el mundo sea redondo, así nos podríamos poner de acuerdo en su diámetro.